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sábado, 19 de marzo de 2016

Abuso sexual a menores... ¡no todo se puede destruir!

Nízam (el Ojo que todo lo ve)




Carta a todos los cuerpos de ancianos en España
23 de marzo de 1992

     Estimados camaradas víctimas del Cuerpo Gobernante y sus opacidades diversas:

     Cuando nuestra confesión religiosa del notorio arraigo y olé ve las orejas al lobo... pone la incineradora de documentos y archivos sobre abusos sexuales a menores a funcionar siete días por 24 horas. No es que tengan miedo a un inminente fin del mundo y a que Dios les pille con toda esa documentación relacionada con delitos graves y pierdan sus opciones a la salvación eterna por inicuos, más bien el temor es al poder judicial seglar que los puede empapelar llegado el momento... uno que se está acercando peligrosamente en países como: EE. UU., Reino Unido y Australia, ¡por mencionar unos cuantos!

     El pasado febrero aparecía en la prensa inglesa la noticia de que los testigos de Jehová habían sido acusados de ordenar la destrucción de documentos en desobediencia directa a una orden judicial de que no se destruyesen en vista de que se avecina una comisión gubernamental de investigación. La juez Lowell Goddard había dado la orden de conservar toda la documentación que pudiera ser útil en la investigación que se aproxima..., ¡pero los teócratas se pasaron la orden por el arco del triunfo! Por diversas fuentes, nos consta, que esta campaña teocrática de destrucción de documentos y archivos comprometedores tiene alcance mundial.

     Sin embargo, la Providencia está de parte de las víctimas y muchos hermanos fieles colaboran en la conservación de esta documentación para --llegado el momento oportuno-- colaborar con la policía judicial. Ya lo ordenó el Maestro: "Dad al César lo que es del César". Por este motivo, nuestro emérito hermano Nízam (el Ojo que todo lo ve), de nuevo emerge a la superficie desde las catacumbas ibéricas para compartir el alimento a su debido tiempo. ¡Gracias, Nízam! Sin duda, te estás ganado el cielo y el favor de las víctimas también. ¡No así el cariño de los teócratas de pacotilla!

     Ha llegado el momento de diseccionar la misiva teoccrática. Es una carta extensa, tres folios. Sin embargo, básicamente --según mi opinión-- se centra en dos aspectos: la "ayuda" de los ancianos a las víctimas para que entierren el problema, y que la víctima acate la ley del silencio si decide acudir al médico o a sesiones de terapia de grupo por prescripción facultativa.

     Se podrían decir muchas cosas, no obstante, empezaré por el gran ausente que no ha sido invitado a esta celebración: ninguna mención a la necesidad de que el delito se denuncie ante la autoridad competente. Principalmente por dos motivos: atrapar y quitar de la circulación al depredador sexual para que no siga delinquiendo y que éste se enfrente a la justicia seglar para que se le aplique la pena que indique el código penal y que la víctima sea resarcida. ¡En definitiva, que la persona que sufrió los abusos pueda sentir --al grado posible-- que se ha hecho justicia.

     Las consignas de la confesión religiosa en este asunto concreto no ayudan sino que agravan el vía crucis por el atraviesa la víctima. Normalmente, quien abusa sexualmente de un niño es un pariente cercano. ¿Qué medidas se toman para proteger a esta criatura que está sufriendo abusos de su propio padre o familiar allegado? Ninguna. Luego, el problema para la víctima se enquista y agrava en el tiempo. Después, si el agresor sexual ha sido un anciano (pastor religioso o miembro de la comunidad religiosa), como no hay dos testigos presenciales de los abusos, queda impune, la congregación no forma ningún comité judicial. Tantos los niños en la congregación como fuera de la comunidad religiosa corren peligro al estar del depredador suelto. Y, por último, ¿qué sentirá la víctima en sus entrañas, cuando varias veces a la semana tenga que verle la cara a su agresor coincidiendo en los servicios religiosos? ¿Qué le pasará por la cabeza a la víctima, cuando su agresor esté desde el púlpito hablando de las excelencias del cristianismo?  Pues todo esto y muchísimo más, los teócratas lo desconocen o se hacen los suecos interesadamente.

     En resumidas cuentas, la justicia seglar..., ¡ni mentarla!

     Como he mencionado antes, la carta anima a los ancianos a prestar atención a la víctima... escuchándola. Mucho oído y poca acción. ¿Con qué fin? Dicen textualmente:

"A otras personas se les puede ayudar a olvidar el problema. Por otra parte, a quienes 'no pueden menos que mostrar preocupación y lanzar quejidos' por la angustia, como indica el Salmo 55:17. En tales casos, puede ser muy difícil la recuperación total. No obstante, queremos ayudarlas a que vean que hay esperanza. Razonando con la víctima a partir de las Escrituras y fortaleciéndola con palabras de consuelo y estímulo, los ancianos pueden ayudar a los que tienen dicho problema a enterrar las malas experiencias".

     ¡Pero qué ayuda se puede prestar, cómo se puede enterrar nada... si el agresor sexual está tan campante delante de los ojos de la víctima, gozando de una buena reputación en la comunidad religiosa! ¡No digamos ya si el depredador vive en tu domicilio!... ¡Apaga y vámonos!

     La tarta con la guinda, para los postres, al final, en la tercera página:

"Algunos médicos o sicoterapeutas ofrecen sesiones de terapia de grupo a los que sufrieron abusos en su infancia. Aunque el participar en la terapia de grupo es un asunto de decisión personal, podrían surgir problemas si el cristiano no fuera discreto y divulgara asuntos confidenciales acerca de otros miembros de la congregación cristiana durante las sesiones. (Véase jDespertad del 22 de noviembre de 1982, página 8.) Por ello, los ancianos pueden dar advertencias a sus hermanos como las que aparecen en La Atalaya del 15 de octubre de 1988, página 29, bajo el subtema “Terapias de conversación”. Se les puede ayudar a ver que el hablar sin discreción a otros sobre el abuso de menores podría resultar en que circularan comentarios negativos que perjudicaran a otros. (Pro. 17:9.)".

Para mí, este es el quid de la cuestión: que el caso de los abusos sexuales no trascienda, no se haga público. Ellos te dicen que puedes --yo diría que debes-- acudir al médico o psicoterapeuta..., ¡pero nada de mencionar que has sufrido abusos por parte "de otros miembros de la congregación"! ¡Nada de irse de la lengua y "hacer comentarios negativos que puedan perjudicar a otros"...como a tu depredador sexual o a los ancianos que tienen conocimiento de los hechos y no acuden a la policía!

Vomitivo. Eso es lo que son estas directrices de la confesión religiosa del notorio arraigo y olé. La intención es que todo quede en casa, que la ropa sucia se lave en casa, que nada trascienda. ¿Esta es la ayuda que brindan a las víctimas? ¿Ayudan o perjudican a las víctimas con estas directrices? ¿Quiénes son los responsables de estas consignas dirigidas a todos los ancianos (pastores religiosos)? ¿Cómo estará el depredador sexual con estas directrices? ¿Estará felicísimo o preocupado? ¿Quiénes le querrán más y mejor que los propios dirigentes de la entidad religiosa?...

Por último: todo un intento por salvar la imagen pública de la entidad religiosa y su patrimonio económico de posibles indemnizaciones a las víctimas..., punto y final.

¿Y las víctimas con su desesperación y sufrimiento? Como Gary Cooper: "Sola ante el peligro".

Acabo con nuestro lema preferido: lo documentamos todo, todo y todo. ¿Quién es el padre de la mentira?