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martes, 24 de diciembre de 2013

Consultorio teocrático: "¿Se puede ser víctima de una violación y todavía ser salva?"



     Estimados compañeros de conventículo:

     La hermana Araceli, desde Coslada (Madrid), acude a nuestro consultorio teocrático y apóstata en busca de luz espiritual.  Hay un asunto que le carcome las entrañas del que quiere una respuesta clara sin medias tintas ni timos teocráticos diversos.  Ella nos pregunta cándidamente:
"No acudo a los servicios religiosos de la congregación que me pertenecería por estar mi domicilio ubicado en su territorio, sino que me desplazo a una localidad limítrofe.  Sin embargo, por motivo de que veo a los ancianos de mi congregación algo "cortitos" en sus entendederas, acudo a vosotros que sé que me daréis una respuesta sin trampa ni cartón reciclado watchtoweriano, sin medias verdades y documentada.  Pregunto lo siguiente:  Si una mujer  --testigo de Jehová--  tiene la desgracia de sufrir una violación sexual, ¿en qué situación queda delante de Dios y delante de la comunidad religiosa?  ¿Se le vería como una víctima  o culpable de esta tragedia?  ¿Se puede ser víctima de una violación y todavía ser salva?".
     Hermana Araceli:

     Tu pregunta es apropiada y teocrática a más no poder.  En la redacción apóstata estamos encantados de poder ayudarte y gratuitamente...  No pedimos donativos en metálico, ¡como hacen los vividores del Cuerpo Gobernante!  Estamos al tanto de las limitaciones de formación y académicas de muchos de los que componen nuestros cuerpos de ancianos en la comunidades locales.  De todas formas, los ancianos no te puede informar, ni en esta ni en otra materia, aportando su propio punto de vista personal, sino que tienen que limitarse a seguir las coordenadas que les marca el todopoderoso Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová: la iniciativa personal era verde y se la comió un burro.

     Así, nos vemos obligados a recurrir al Diccionario Etimológico Watchtoweriano-Español, donde bajo la entrada "Violación", dice lo siguiente:
Violación: La política oficial de la confesión religiosa se apegó literalmente a los siguientes textos bíblicos que se encuentran en Deuteronomio 22: 23 y 24, donde dice: 
"En caso de que hubiera una muchacha virgen comprometida con un hombre, y un hombre realmente la hallara en la ciudad y se acostara con ella, entonces ustedes tienen que sacar a ambos a la puerta de aquella ciudad y lapidarlos, y ellos tienen que morir, la muchacha por razón de que no gritó en la ciudad, y el hombre por razón de que humilló a la esposa de su semejante. Así tienes que eliminar de en medio de ti lo que es malo". 
En una fecha tan tardía como 1981, la publicación oficial por excelencia de la confesión religiosa, se apegaba todavía a la literalidad de este texto bíblico del Antiguo Testamento: 
En el número del 22 de junio de 1974, la revista ¡Despertad! describió el caso de un hombre que, armado de una pistola, tenía presas en el cuarto de un hotel a dos mujeres testigos de Jehová. Cuando él extendió la mano hacia el cierre de la blusa de una de ellas, ésta exclamó: “¡No! ¡No! ¡Eso no!” Le dijo al hombre que, si la tocaba, ella gritaría como él nunca había oído a nadie gritar antes. Explicó que si ella no hacía aquello arruinaría su relación con Jehová Dios y con la congregación cristiana. (Compare con Deuteronomio 22:22-29.) Su firme demanda: “No me toque ni se me acerque” mantuvo al hombre a raya. Esta joven hizo lo que es correcto según las Escrituras, y éste en realidad es el mejor proceder. La mujer cristiana está bajo la obligación de presentar resistencia, pues en este asunto está envuelta la obediencia a la ley divina de ‘huir de la fornicación.’ (1 Cor. 6:18) Sería absolutamente impropio el que una cristiana se sometiera voluntariamente a ser violada.  La Atalaya, del 1 de abril de 1981, página 7.
Por esta razón, los comités judiciales correspondientes a cada congregación, juzgaban a la creyente violada en virtud de si había o no había gritado para defenderse del violador. Si ésta se había quedado bloqueada ante la agresión, era culpable de relaciones sexuales consentidas y por lo tanto juzgada por fornicación y  --en aquellos años--, casi con toda probabilidad expulsada. ¡A la víctima le daban más palos que a una estera!: Violada y expulsada. 
Fue en el año 1993, cuando la otra revista de la confesión religiosa, reconocía la “inocencia” de la víctima de una manera vaga, con un artículo donde se dejó caer que no siempre se puede culpar a la víctima: 
“Tocante a las relaciones sexuales, la palabra ‘no’ suele carecer de significado cuando la pronuncia una mujer”, dijo el periodista Robin Warshaw. Con mucha frecuencia el desenlace es una violación. 
                     “La segunda violación” 
[… ] Kathi, en cambio, fue castigada con meses de hostigamiento, y finalmente se suicidó. El caso de Kathi es un trágico ejemplo de cómo las víctimas de la violación primero sufren el ataque físico del violador y luego el maltrato emocional de otros. Muchas mujeres han comprobado que las actitudes e ideas erróneas que hay respecto a la violación resultan en que la culpa recaiga sobre la víctima. Amistades, familiares, policías, médicos, jueces y miembros de jurados —los que deberían ayudar a la víctima— pueden compartir tales ideas equivocadas y herir a la víctima casi tan profundamente como el propio violador. Es tan duro que culpen a la violada de lo sucedido que algunos han llamado a este problema “la segunda violación”. ¡Despertad!, 8 de marzo de 1993, páginas 3 y 4.
Sería en el año 2003, cuando definitiva y explícitamente, el Cuerpo Gobernante daría la consigna a todos los comités judiciales de las diferentes comunidades locales el trato que debería dispensarse a las víctimas de violación en los juicios internos celebrados en la trastienda del Salón del Reino. La directriz se publicó en el año 2003: 
Incluso en el lamentable caso de que una mujer no consiga impedir la violación, su lucha y sus gritos no habrán sido en vano. Por el contrario, dejarán bien sentado que hizo lo máximo posible por resistirse (Deuteronomio 22:26). A pesar del horrible trance, mantendrá la conciencia limpia, así como su amor propio y la seguridad de seguir pura a los ojos de Dios. La espantosa experiencia quizás la deje traumatizada, pero saber que hizo cuanto pudo para repeler el ataque contribuirá en gran medida a que las heridas emocionales sanen poco a poco. 
Para captar la aplicación de Deuteronomio 22:23-27, es preciso comprender que este breve pasaje no abarca todas las situaciones. Por ejemplo, no contempla el caso de que la víctima no pueda gritar porque sea muda o esté inconsciente, o porque el miedo la haya paralizado, o porque le tapen firmemente la boca con la mano o con una cinta adhesiva. Sin embargo, puesto que Jehová es capaz de sopesar todos los factores, incluidos los motivos, es comprensivo y justo en estos casos, pues “todos sus caminos son justicia” (Deuteronomio 32:4). Él está al tanto de lo que realmente sucedió y de los esfuerzos de la víctima por resistirse. Por consiguiente, aunque esta fuera incapaz de gritar, si de algún otro modo hizo todo lo que pudo dentro de las circunstancias, puede dejar la cuestión en las manos de Jehová (Salmo 55:22; 1 Pedro 5:7). La Atalaya, 1 de febrero de 2003, página 31.
¿Cuántas miles de víctimas pudieron ser juzgadas y acusadas de cometer fornicación por estos comités judiciales…, hasta el año 2003? No lo sabemos. ¿Alguna vez pidió perdón el Cuerpo Gobernante a estas víctimas inocentes que fueron juzgadas y expulsadas? ¡Nunca!  http://es.scribd.com/doc/100676509/El-lado-comico-de-la-Watchtower-Edicion-21-de-julio-de-2012
     Las últimas directrices sobre el tema de la violación, aparecen en el libro secreto dirigido a los ancianos de congregación, edición año 2010, Pastoreen el rebaño de Dios (1 Pedro 5:2), donde dice:
7. Una persona que haya sido violada no es culpable de porneia.  Se requiere discernimiento cuando se atienden alegaciones de violación.  Deben tomarse en cuenta factores como el estado mental de la persona, las circunstancias que provocaron el incidente y cualquier demora en informarlo. (La Atalaya, 1 de febrero de 2003, páginas 31 y 32; Perspicacia para comprender las Escrituras (año 1991), volumen 1, páginas 962-964, donde se dice: "La violación es un acto de fornicación, pero, por supuesto, no convierte a la víctima en fornicador".; La Atalaya, 15 de julio de 1983, página 30, nota a pie de página, donde dice: "El hombre o la mujer a quien se violara o ultrajara sexualmente contra su voluntad no sería culpable de porneia".)

Pastoreen el rebaño de Dios (1 Pedro 5:2), páginas 59 y 60
http://www.vacunadefe.com/Documents/ks-10.pdf
     Queda claro, hermana Araceli, que durante muchas décadas, la mujer violada ha sufrido una "doble" violación cuando no pudo demostrar que se resistió o gritó ante tal agresión sexual; ante la inhumana incomprensión dentro del ámbito de la confesión religiosa..., ¡incluso pudiendo ser expulsada si confesaba no haber gritado!  Sin duda, tuvo que haber casos donde la mujer, paralizada por el miedo, no pudo gritar y, al confesárselo a los ancianos de congregación..., fue juzgada como fornicadora..., ¡manda huevos!  No me extrañaría nada que, ante la lapidación social y familiar que lleva consigo la expulsión..., algunas acabaran suicidándose por desesperación.

     Sin embargo, el Cuerpo Gobernante  --el ideólogo de todas estas directrices judiciales--  nunca ha pedido perdón a las víctimas de violación que fueron juzgadas injustamente como fornicadoras...  Como Poncio Pilato, se lavan las manos.  Ellos están por encima del bien y del mal.  Siguen las directrices directas de Dios y, ¡en todo caso habría que pedirle responsabilidades a Dios, no a ellos!  En definitiva, lo de siempre: no tienen más cara dura porque no entrenan.

     Para finalizar contestando tu pregunta, ¿cómo se sentiría una persona normal ante el caso de violación de una mujer?  Se compadecería e intentaría consolarle, ¡qué menos!  Pues Dios no puede ser menos...

     Esto debe servirnos de advertencia, para que no pongamos nuestras vidas en manos de unos teólogos de pacotilla con menos "papeles" académicos que un conejo de monte.  Su sistema judicial opaco, sin observadores ni abogado defensor, juicios celebrados con nocturnidad y alevosía en la trastienda del Salón del Reino, sin dejar constancia escrita de la sentencia ni de sus protocolos judiciales..., ¡deja muchísimo que desear!  ¿Por qué tanto secretismo...?  Evidentemente porque esconden algo de la opinión pública, ¡no quieren que trasciendan sus tribunales de justicia paralelos, donde sus leyes priman sobre la Constitución Española!

     Lo documentamos todo, todo y todo.  La verdad toda la verdad y nada más que la verdad.  ¿Quién es el padre de la mentira compulsiva en el nombre de Dios?