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miércoles, 19 de febrero de 2014

Los testigos de Jehová y las bebidas alcohólicas

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Joseph Franklin Rutherford (Pepe Botella)                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  http://en.wikipedia.org/wiki/Joseph_Franklin_Rutherford#cite_note-212 
    Estimados y escamados camaradas ocultos en las catacumbas:
   
     Lejos quedan aquellos años durante la Ley Seca, cuando la Voz de Dios en la Tierra estaba personificada en Joseph Franklin Rutherford..., ¡gran vividor, gran charlatán y mejor bebedor!  ¡Cómo se "inspiraba" con el whisky para escribir y administrar el alimento espiritual a la casa de la fe!  Durante décadas fue la única voz que escuchó el verdadero pueblo de Dios sobre la Tierra: ¡entonces no había Cuerpo Gobernante...,  ni qué ocho cuartos!  Pepe Botella, lo era todo para con todos.  Como Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como.  Me recordaba al generalísimo: "Joseph Franklin Rutherford, caudillo por la gracia de Dios".
http://en.wikipedia.org/wiki/Joseph_Franklin_Rutherford#cite_note-212

     Con su muerte, llegaron los reinados de Nathan Homer Knorr y de Frederick William Franz, especialmente Franz, era el pseutéologo políglota y profeta falluto.  A éste le dio por despotricar contra el alcohol con más virulencia y estigmatizar a quienes sucumbían a los que se dejaban seducir y caían en los brazos de la bebida embriagante.  Empezaron los años de "persecución" y la caza de brujas alcohólicas, sin tregua.  Años en los que, como de costumbre, la ley de embudo imperó por todo el reino wathtoweriano: si eras un pez gordo..., se decía que tenías aguante para la bebida..., ¡todo un cumplido!  Pero, si eras un apoquinante neto sin galones, como te pusieras contento con un vasito de vino, sufrías todo el peso de la ley watchtoweriana en la forma de un comité judicial en la trastienda del Salón del Reino, con nocturnidad y alevosía..., y con una expulsión más que asegurada que te llevabas debajo del brazo.

     Con los años ochenta del siglo pasado  --¡tan próximo a nosotros!--  se cambiaron un poco los modales de cara a la galería.  Entonces, se aplicaría aquello del puño de hierro con guante de seda.  Las formas eran un poco más modernas y acordes con los tiempos que marca la opinión pública, pero la sentencia igual de contundente..., ¡expulsión!  Y, en las mismas seguimos en este año de 2014.  En el último libro secreto [año 2010] dirigido a los ancianos de congregación, la borrachera o el alcoholismo, sigue en la lista de pecados capitales de nuestra entidad religiosa del notorio arraigo y olé.

     Seguidamente, os informo que he estado leyendo las publicaciones que se marcan en los Índices de las Publicaciones Watch Tower, desde el año 1930 hasta el 2012.  He intentado entresacar lo más significativo y los cambios que ha podido sufrir el tratamiento que se da la bebida en el entorno de la confesión religiosa y las medidas disciplinarias de carácter interno para el bebedor ocasional que lleva una vasito de vino de más, o el borracho impenitente.  ¡Va por ustedes!

Alcoholismo (borrachera):  La confesión religiosa, durante la vigencia de la Ley Seca (1919-1933), en los EE.UU., se opuso a esta ley.  En sus  publicaciones se han opuesto a la prohibición del consumo de las bebidas alcohólicas, aunque siempre han abogado por la moderación y en contra de la borrachera.  La borrachera o el alcoholismo, está considerado un pecado grave, merecedor de la formación de un comité judicial en la congregación, donde si el creyente no abandona esa dependencia, deberá ser expulsado de la congregación.  No hay distinción judicial entre una persona enganchada a la bebida o a cualquier sustancia estupefaciente.   No se admite como una atenuante el que el alcoholismo pueda ser considerado como una enfermedad: la ley teocrática es inflexible.  La confesión religiosa se ha opuesto a que se clasifique a esta dependencia de una enfermedad.  Aunque a partir de los años setenta del siglo pasado se habla de “curar” a las personas que padecen alcoholismo, siguen igual de intolerantes con este pecado grave.  Incluso en el caso de que una persona no sea alcohólica, ni borracha, sino que en una boda se pase y beba más de la cuenta; los ancianos deben formarle un comité judicial, y estará “controlado” a partir de entonces.  Una borrachera ocasional, digamos anual  --incluso en la intimidad de tu hogar--   es un pecado de tal magnitud que no puede arreglarse entre Dios y tú con una oración; estás obligado a confesárselo a un anciano, que a su vez tiene la obligación de informar de lo ocurrido al coordinador del cuerpo de ancianos..., ¡quedas fichado!

Esta, entonces, es la situación: Hombres y mujeres fanáticos quienes tienen la ambición de controlar las libertades y las conductas de otros han tenido éxito en insertar en el código penal una ley contraria a las disposiciones divinas, y que priva a los hombres del ejercicio de su propia autonomía moral e infringe las legítimas libertades humanas de otras maneras.  La ley ha fallado completamente en lograr el objetivo de toda ley.  Al contrario, ha producido delincuentes a una escala total, ha llenado el país de delito y de violencia, con miedo y aprensión, con whisky adulterado, y contrabando.  Reflexione en la injusticia de una ley que prohíbe lo que bebían los santos profetas, lo que Jesús elaboró y bebió, y lo que el apóstol aconseja consumir como un remedio para los trastornos estomacales.

Tal ley es el resultado del ejercicio de la sabiduría humana,  que Dios califica de tontedad.  Es un esfuerzo de parte de los hombres para obligar por la fuerza a ser virtuosos, y como otros métodos donde se utiliza la fuerza para imponerlos, fracasará.

La auténtica sabiduría consiste en remitirse a la Biblia para hallar el medio que utilizará Dios para eliminar el pecado, incluida la borrachera.  Así, pronto aprenderán que es imposible para el hombre hacer que impere la justicia en la Tierra, y también aprenderán que todo este trabajo de limpiar la Tierra y a la familia humana lo hará Jesucristo, cuando Su reino se establezca en la Tierra, en un futuro muy próximo.  The Golden Age
, 11 de junio de 1930, página 600.

Supongamos que hay un superintendente en una congregación del pueblo de Dios, un hombre de influencia, respetado, que sale una noche con amigos pero que no gobierna su beber de licor embriagador y se emborracha.  La Biblia declara muy definitivamente que los borrachos no heredarán el Reino. "¡Qué!  ¿No saben que las personas injustas no heredarán el reino de Dios?  No se extravíen.  Ni fornicadores, ni idólatras..., ni ladrones, ni personas codiciosas, ni borrachos..., heredarán el reino de Dios." (1 Corintios 6:9 y 10)  Aunque algunos de ustedes fueron así antes de venir a la verdad, dice Pablo, ustedes fueron limpiados.  Por eso, ¿por qué regresar a esta clase de práctica y hacer tropezar a su hermano?  Ahora tal vez un hermano vea a este superintendente ebrio que anda por la calle zigzagueando.  Este observador se escandaliza, se perturba y se ofende de que un ministro ordenado de su congregación piense tan poco en su ordenación delante de Dios que se convierta en un borracho.  Este descuido en el beber ha llegado a ser causa de tropiezo para un hermano de la congregación de Dios.

Sigamos a este borracho un poco más.  Al acercarse a su casa su vecino con quien él estudia la Biblia, observa su borrachera, y a él, también, se le hace tropezar, porque pensaba que este ministro ordenado vivía una vida cristiana.  Bueno, el vecino decide ya no estudiar la Biblia con esta persona, y le dice a su esposa: "Si esto es lo que la Biblia ha hecho para él, hay mejores hombres que ése con quienes asociarme los cuales ni siquiera tienen fe en Dios.  ¿Por qué debería cambiar mi modo de vivir y emprender algo nuevo cuando aquí uno de los individuos prominentes de la congregación, que pretende ser ministro ordenado, está borracho?".  La Atalaya
, 15 de febrero de 1960,página 105.

Por lo tanto, el cristiano ejercerá precaución en su uso de bebidas alcohólicas.  Pero no solo tendrá cuidado de evitar la borrachera, sino que hasta evitará la reputación de ser un individuo que bebe mucho.  Con tanto abuso del alcohol hoy día, ¡ciertamente no traerá honra a la congregación cristiana si la gente desarrolla la idea de que es una congregación de bebedores!.  ¡Despertad!
, 8 de mayo de 1965, página 20.

Tales beodos inveterados que no se arrepienten no han sido vencidos inconscientemente por beber demasiado de una bebida embriagante en una sola ocasión.  Realmente son borrachos y tienen que ser expulsados de la congregación limpia y recta.  El apóstol Pablo tuvo presente a tales individuos cuando dijo a los cristianos de Corinto: "Mas ahora les estoy escribiendo que cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que llamándose hermano sea fornicador, o avariento, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, ni siquiera comiendo con tal hombre." (1 Corintios 5:11)  Si no se arrepienten, tales borrachos jamás realizarán las bendiciones del reino de Dios. La Atalaya, 15 de julio de 1967, página 447.

El cristiano no debe extraviarse por el razonamiento falso que asegura que los borrachos están simplemente enfermos física o mentalmente y que la borrachera solo es un enfermedad y, por lo tanto, no hay oprobio en ello.  Más bien, los borrachos están enfermos moralmente.  La fuerza moral de la humanidad está muy baja.  La falta de sobriedad debilita la fibra moral del individuo, y el no aceptar constantemente la disciplina de Jehová por medio de su Palabra acarrea derrumbe moral.  La realidad es que lo borrachos y otras personas inmorales son moralmente débiles y lo son por no ser disciplinados por la Palabra de Dios.  El borracho no tiene que continuar siendo un borracho.  La borrachera se puede vencer por medio de amoldarse a los requisitos de la Biblia.  La Atalaya, 15 de septiembre de 1967, página 565.

            La embriaguez, ¿delito o enfermedad?

La Biblia dice que los borrachos consuetudinarios deben ser expulsados de la congregación cristiana.  No justifica al borracho consuetudinario, considerándolo un enfermo.  En cambio, un juez de Filadelfia falló en dos casos que establecen precedente, en los que puso en libertad a dos hombres que estaban sirviendo condena por borrachera, que el estar embriagado en público habitualmente es una enfermedad  y constitucionalmente no se puede considerar un delito. ¡Despertad!
, 22 de enero de 1968, página 30

¿Qué diferencia hay entre un individuo entre un individuo borracho con alcohol que se entrega a conducta desenfrenada, descontrolada, o que llega a ser un inepto desacreditado, y aquel que hace las mismas cosas bajo la influencia de alguna droga moderna o producto químico? ¡Desde un punto de vista bíblico no hay diferencia! (Romanos 13:13)

[...]  Sin embargo, si una persona hiciera una práctica de ello y acarreara vituperio sobre sí misma, sobre su familia y sobre la congregación, entonces sería expulsada de la congregación cristiana para mantener la pureza moral del pueblo de Dios.--1 Corintios 5:11-13.  ¿Qué hay si a una persona que está recibiendo tratamiento médico se le aconseja que acepte algún narcótico para inducir el sueño o controlar el dolor? [...]  Aun si los médicos recomiendan tal tratamiento, ¿está uno preparado para enfrentarse a las duras consecuencias si se convirtiera un toxicómano?  Después de resolverse el problema físico, ¿qué hará uno?  Muchos consumidores de narcóticos han abandonado a sus familias y todo sentido moral, hurtando y hasta asesinando a fin de obtener dinero para comprar drogas ilegales. La Atalaya
, 15 de junio de 1968, páginas 382 y 383.

Para hacer eficaz la curación, tiene que ‘rehacer su mente,’ desarrollando nuevas y correctas normas de conducta. (Rom. 12:2) No basta con saber que la mayoría de las personas desaprueban el alcoholismo o que su cónyuge, hijos o parientes lo desaprueban. El conocer el punto de vista de Dios es lo que puede establecer la diferencia y suministrar la determinación y el aguante que se necesitan para tener éxito seguro y victoria duradera sobre el problema. Su Palabra nos asegura que los borrachos no participarán en su prometido Reino y los beneficios dadores de vida que traerá éste.—1 Cor. 6:10; Gál. 5:19-21. […]

Cantidades cada vez mayores de personas han hallado compañerismo sano por medio de asociación con los testigos de Jehová en sus Salones del Reino, han conseguido una sólida esperanza para el futuro y han aprendido principios sanos para manejar sus problemas de día en día. Entre ellas hay muchos que han padecido de alcoholismo o han tenido otros problemas igualmente severos, pero que ya han vencido éstos. A todas las personas se les anima sinceramente a aprovecharse de la ayuda basada en la Biblia que suministran ellos.  La Atalaya
, 15 de diciembre de 1974, página 743.

Está claro que de ninguna manera toleran las Escrituras la borrachera como cosa que deba continuar. Los superintendentes cristianos en particular tienen la responsabilidad de encargarse de que en la congregación cristiana no se tolere a los borrachos empedernidos e impenitentes; hay que expulsarlos (1 Corintios 5:11-13; Gálatas 5:19-21). [...]

¿Qué hay en cuanto a expulsión? El asunto se reduce a esto: ¿Qué actitud tiene la persona hacia la bebida? ¿Parece que está empeñada en seguir bebiendo, a pesar de los esfuerzos pacientes, pero firmes, que ustedes hacen por llevarla a ver la realidad? A este respecto, es interesante notar lo que el libro Alcoholics Anonymous aconseja a los patronos de personas alcohólicas:

“Si usted está seguro de que el empleado no quiere dejar de beber, puede despedirlo [...] El despedir a una persona en esa situación pudiera ser una bendición para ella. Tal vez sea la sacudida que necesite”. De igual manera, si la actitud de la persona exige que se la expulse para mantener limpia a la congregación, esto, al mismo tiempo, pudiera ser exactamente la “sacudida” que ella necesite. La Atalaya
, 15 de agosto de 1983, páginas 8 y 10.

No obstante, a los cristianos les interesa principalmente el punto de vista que Dios tiene de los asuntos. El punto de vista de él es justo, equilibrado y permanente, en contraste con las opiniones médicas y sicológicas que pueden llegar a estar en boga por un tiempo, solo para ser modificadas o abandonadas después. La Palabra perfecta de Jehová condena francamente la borrachera, y la incluye entre las cosas que pueden impedir que uno entre en el Reino de Dios (Gálatas 5:19-21). En Romanos 13:12, 13 se da el siguiente consejo: “La noche está muy avanzada; el día se ha acercado. Por lo tanto, quitémonos las obras que pertenecen a la oscuridad y vistámonos las armas de la luz. Como de día andemos decentemente, no en diversiones estrepitosas y borracheras, no en coito ilícito y conducta relajada, no en contienda y celos”. Aunque en ciertos casos existiera una predisposición biológica que llevara a algunos a opinar que se trata de un problema médico o una enfermedad, los cristianos reconocen los aspectos morales de ello. [...]

Por eso, sea que el alcoholismo se califique de enfermedad o no, nosotros tenemos que adherirnos a la norma elevada y buena que establece la Palabra de Dios. Cualquiera que se haya enviciado con la bebida —sea por falta de dominio de sí, influencia étnica o familiar, o hasta debido a una rareza biológica— debe hacer esfuerzos por dejar el vicio, quizás valiéndose de la ayuda de alguien que comprenda el problema. (Véase ¡Despertad! del 22 de noviembre de 1982, páginas 4-12.) Así puede “vivir el resto de su tiempo en la carne, ya no para los deseos de los hombres, sino para la voluntad de Dios”. (1 Pedro 4:2.)  La Atalaya
, 15 de octubre de 1984, página 31.

Prohibida en la congregación cristiana. El borracho es propenso al alboroto rudo y desenfrenado, y a acciones ridículas que son un oprobio. (Pr 20:1; Sl 107:27; Isa 19:14.) Por consiguiente, la práctica de la borrachera no puede tolerarse en la congregación cristiana. La actitud de Dios hacia la borrachera se reveló en su Ley a Israel. Al hijo que fuera terco y rebelde, así como glotón y borracho, se le tenía que apedrear hasta morir. (Dt 21:18-21.) De manera similar, la Biblia ordena que se expulse de la congregación a los borrachos inveterados o no arrepentidos. (1Co 5:11-13.) En las “obras de la carne” se incluyen “borracheras, diversiones estrepitosas”, cosas que las naciones en general practican. El cristiano al que se ha limpiado de tales prácticas, pero que más adelante regresa a ellas, no tiene cabida en el reino de Dios. (1Co 6:9-11.) Ya no debe dedicar su tiempo a obrar la voluntad de las naciones participando en excesos con vino y partidas de beber (1Pe 4:3), sino que debe dedicarse a producir los frutos del espíritu de Dios. (Gál 5:19-24.)

Por lo tanto, el ser moderado y de juicio sano forma parte de los requisitos para los superintendentes cristianos (1Ti 3:1-3; Tit 1:7); los siervos ministeriales (1Ti 3:8); los hombres y mujeres, tanto de edad avanzada (Tit 2:2, 3) como jóvenes (Tit 2:4-8), y los hijos, en especial los de los superintendentes. (Tit 1:6.)  Perspicacia para comprender las Escrituras
, volumen I, [1991] página 367 y 368.

Supóngase que un publicador recién bautizado que acostumbraba beber en demasía se excede en una o dos ocasiones; o que después de haber vencido el viejo hábito del tabaco, sucumbe a la tentación de fumar a solas un par de veces. Aunque el hermano nuevo haya pedido perdón a Dios en oración, debe procurar la asistencia de un anciano a fin de evitar que el pecado se convierta en un vicio. (Salmo 32:1-5; Santiago 5:14, 15.) Cuando él exponga su falta, el anciano tratará de reajustarlo compasivamente. (Salmo 130:3.) Quizás baste con darle consejo bíblico para ayudarlo a enderezar las sendas para sus pies. (Hebreos 12:12, 13.) El anciano pondrá al superintendente presidente al tanto de la situación a fin de determinar qué ayuda complementaria ha de dársele.

15 Puede haber casos en los que se necesiten otras medidas. Si el mal es de conocimiento público, representa un peligro para el rebaño o entraña una situación grave, el cuerpo de ancianos asignará a dos de ellos para que investiguen el asunto. De concluir estos que la seriedad de la situación exige la formación de un comité judicial, lo informarán al cuerpo de ancianos, quienes nombrarán el comité que asistirá al pecador. El comité judicial debe tratar a este con ternura, esforzándose por reajustarlo con las Escrituras. En caso de que el hermano reaccione apropiadamente a sus esfuerzos amorosos, el comité podrá entonces decidir si hay alguna ventaja en privarlo de hablar desde la plataforma en las reuniones del Salón del Reino o si podrá comentar en ellas.

16 Si la reacción del hermano que ha errado es favorable, uno o dos ancianos integrantes del comité judicial pueden hacerle algunas visitas de pastoreo con el propósito de reafirmar su fe y hacer que aumente su aprecio por las justas normas de Dios, acompañarlo de vez en cuando en el ministerio del campo o tener algunas charlas bíblicas basadas en artículos pertinentes de La Atalaya y ¡Despertad!, pero sin establecer un estudio bíblico regular. Dicho cuidado tierno fortalecerá al pecador para que en el futuro pueda resistir las debilidades de la carne.

17 Por supuesto, el que alguien esté recién bautizado no es una excusa para obstinarse en el pecado. (Hebreos 10:26, 27; Judas 4.) A cualquier pecador bautizado que no abandone su mal camino ha de expulsársele de la congregación. (1 Corintios 5:6, 11-13; 2 Tesalonicenses 2:11, 12; 2 Juan 9-11.) De parecer necesaria tal medida, el cuerpo de ancianos formará un comité judicial. Si se decide la expulsión, se hará el siguiente anuncio breve: “... ha sido expulsado”.  La Atalaya
, 15 de enero de 1996, página 17.

Los ancianos pueden dar ayuda espiritual de diversas maneras. Por ejemplo, quizá un hermano que en el pasado tuvo problemas con el alcohol beba en exceso en una o dos ocasiones estando solo en su hogar. O supongamos que un cristiano que dejó hace mucho el vicio del tabaco haya fumado a solas una o dos veces en momentos de debilidad. En casos como estos, aunque el hermano haya orado y crea que Dios lo ha perdonado, debe pedir ayuda a un anciano para evitar que ese pecado se convierta en una costumbre. Este tipo de situaciones pueden ser atendidas por uno o dos ancianos. Sin embargo, siempre deberá informarse el asunto al superintendente presidente, pues puede haber otros factores implicados.  La Atalaya, 15 de noviembre de 2006, página 30.

En la última edición del libro secreto de los ancianos, "Pastoreen el rebaño de Dios" (1Pedro 5:2),  está enumerada como un pecado grave merecedor de formar un comité judicial con expulsión:

17. Borrachera: (1 Corintios 5:11: 6:9; Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen I, [1991] página 367 y 368).  Debe intervenir un comité judicial si se trata de una práctica o de un solo incidente que se hizo notorio (La Atalaya, 15 de agosto de 1983, página 8).  La borrachera se describe en los siguientes textos bíblicos: Job 12:25: Salmo 107:27; Proverbios 20:1; 23:29-35; Isaías 24:20.

18. Si alguien confiesa a un anciano que en una ocasión se emborrachó en la intimidad de su hogar y el incidente no trascendió, tal vez baste con que el anciano lo aconseje con firmeza.  En cualquier caso, este debe informar de lo ocurrido al coordinador. "Pastoreen el rebaño de Dios" (1Pedro 5:2),
[año 2010] página 66.  http://www.vacunadefe.com/Documents/ks-10.pdf


Fin de la citas.

     La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.  ¿Quién es el padre de la mentira y de todos los chanchullos teocráticos?